“Me colocaron henna, me delinearon los ojos. Sus aullidos sonaban como gritos. Después de eso me encontré frente a un hombre muy alto, y lo primero que hizo fue darme una bofetada.

    —El gato muere el primer día —dijo, y a partir de ahí supe que yo era el gato y había que domesticarme”.

     

    “—¡Irás al infierno, pequeño bastardo, sucio, ahí estará lleno de mujeres y maricones como tú!

    Agarró el Corán con ambas manos y me lo estrelló en la cabeza. Sentí cómo la habitación empezó a dar vueltas, cómo giraba el planeta y todas las estrellas”.

     

    Los cuentos de Malika Moustadraf atraviesan con crudeza las distintas capas del Marruecos de principios del siglo XXI y ofrecen una mirada de las complejidades de una sociedad que, desde lejos, puede parecer sólida y homogénea.

    Con un estilo brutal y personajes contradictorios, el sexo, la prostitución, la enfermedad y la corrupción se muestran como grandes traumas, especialmente para las mujeres, en un escenario donde también hay lugar para la esperanza y la ternura.


    Edita Selva Canela

    Festín de sangre - Malika Moustadraf

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    “Me colocaron henna, me delinearon los ojos. Sus aullidos sonaban como gritos. Después de eso me encontré frente a un hombre muy alto, y lo primero que hizo fue darme una bofetada.

    —El gato muere el primer día —dijo, y a partir de ahí supe que yo era el gato y había que domesticarme”.

     

    “—¡Irás al infierno, pequeño bastardo, sucio, ahí estará lleno de mujeres y maricones como tú!

    Agarró el Corán con ambas manos y me lo estrelló en la cabeza. Sentí cómo la habitación empezó a dar vueltas, cómo giraba el planeta y todas las estrellas”.

     

    Los cuentos de Malika Moustadraf atraviesan con crudeza las distintas capas del Marruecos de principios del siglo XXI y ofrecen una mirada de las complejidades de una sociedad que, desde lejos, puede parecer sólida y homogénea.

    Con un estilo brutal y personajes contradictorios, el sexo, la prostitución, la enfermedad y la corrupción se muestran como grandes traumas, especialmente para las mujeres, en un escenario donde también hay lugar para la esperanza y la ternura.


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